La dieta es un factor de riesgo fundamental para las enfermedades cardiovasculares (ECV). Inicialmente, la investigación se ha centrado en nutrientes específicos, pero ahora se considera más efectivo analizar los patrones dietéticos generales, ya que reflejan mejor el conjunto de la alimentación y facilitan la creación de recomendaciones de salud pública basadas en alimentos en lugar de nutrientes.
En este contexto, el café es una bebida de gran interés para la salud pública por su consumo masivo a nivel mundial. Se trata de una bebida químicamente compleja, con más de mil compuestos bioactivos como cafeína, polifenoles y diterpenos, cuyos efectos sobre la salud pueden variar según el tipo de café y su método de preparación (hervido, filtrado, instantáneo).
A pesar de la creencia popular de que el café es perjudicial para el corazón, la evidencia científica sugiere lo contrario. El consumo moderado de café se asocia generalmente con un menor riesgo de desarrollar diversas ECV como hipertensión, infarto, arritmias e insuficiencia cardíaca, e incluso con una menor mortalidad general. Los efectos del café son complejos y varían entre personas, pero muchos de sus beneficios parecen no depender de la cafeína. Existen excepciones, como los efectos negativos del café sin filtrar sobre el colesterol LDL.
Durante las últimas tres décadas, se ha investigado a fondo la relación entre el consumo de café y las ECV. Diversos metaanálisis y estudios a gran escala coinciden en que un consumo moderado de café se asocia con un menor riesgo de mortalidad tanto general como por causas cardiovasculares.
La mayor reducción del riesgo se observa generalmente con un consumo de entre 3 y 4 tazas al día. Superar esta cantidad no parece ofrecer beneficios adicionales. Un estudio del Biobanco del Reino Unido también respalda que un consumo moderado de cafeína (200-300 mg/día) ofrece la mayor protección contra enfermedades cardiometabólicas.
Sin embargo, existe una excepción importante: un estudio reciente demostró que el consumo elevado de café (2 o más tazas al día) se asociaba a un mayor riesgo de mortalidad por ECV en personas con hipertensión grave, un efecto no observado en personas sin hipertensión o con hipertensión leve, atribuido a una mayor liberación de catecolaminas.
Dado que las personas con diabetes tienen un riesgo mucho mayor de sufrir ECV y muerte prematura, y que el café y el té han mostrado beneficios en la población general, se ha realizado un metaanálisis para actualizar y evaluar específicamente la asociación entre el consumo de estas bebidas y los riesgos de mortalidad y ECV en pacientes con diabetes. El objetivo es traducir estos hallazgos en conocimiento accesible para los pacientes y mejorar la salud global.
Dentro de los diferentes estudios realizados, se ha comprobado que el café descafeinado ha mostrado beneficios en la reducción del riesgo de diabetes tipo 2. Sin embargo, estudios genéticos (aleatorización mendeliana) no han confirmado una relación clara con las ECV, y presentan limitaciones metodológicas como la imposibilidad de evaluar ciertos efectos genéticos (pleiotropía).
Debido a esto, existe un gran interés en determinar si estos efectos cardioprotectores también se aplican a personas que ya padecen diabetes, quienes tienen un riesgo elevado de ECV y mortalidad. Sin embargo, los estudios realizados hasta la fecha sobre esta población específica han arrojado resultados contradictorios. Aunque un metaanálisis previo sugirió un posible efecto preventivo del café, este no incluyó varios estudios importantes, tanto pasados como recientes, por lo que la evidencia actual no es concluyente.
Por lo tanto, a modo de conclusión podríamos indicar que el consumo diario de café o té podría estar vinculado a una menor mortalidad y menor riesgo de ECV, sobre todo en personas con diabetes mellitus (DM). No obstante, debido a la naturaleza observacional de los estudios y la baja a moderada certeza de la evidencia, los resultados deben interpretarse con precaución.
Lagunas en el conocimiento:
Se necesitan estudios genéticos más robustos que evalúen efectos genéticos múltiples y posibles sesgos.
Hace falta considerar factores como el tipo de café, aditivos (azúcar, nata), otros hábitos no saludables y fuentes adicionales de cafeína.
Se requiere más investigación específica sobre el impacto del café descafeinado en la salud cardiovascular.
REFERENCIAS EMPLEADAS:
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