La realización de actividad física está considerada la mejor medicina posible, numerosos estudios a lo largo de los últimos años han aportado datos que reflejan que el ejercicio físico es ideal para la prevención de enfermedades cardiovasculares, metabólicas, osteomusculares, neoplasias, entre otras, mejorando la calidad y cantidad de vida de las personas que tienen este habito de vida.
Estamos hablando de reducciones del 31% de cualquier causa de muerte, del 33% de enfermedad cardiovascular, mejoras de diferentes factores de riesgo cardiovascular como son la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol elevado, la obesidad.
Y uno de los temas que más interés ha suscitado es el debate de la intensidad de actividad física, es mejor hacerlo ligeramente, de forma moderada o bien de modo vigoroso o intensivo. Y otro tema que no estaba bien clarificado era el referente al volumen de actividad física, es decir, la intensidad de actividad multiplicada por el tiempo.
Hace casi 30 años un estudio demostró que aquellas personas que no estaban acostumbrados a realizar ejercicio vigoroso tienen 100 veces más probabilidad de sufrir un infarto, reduciendo considerablemente esta cifra conforme los individuos se vuelven más entrenados (N Engl J Med 1993; 329:1677-1683).
Sabemos que las recomendaciones actuales de la OMS tienen que ser subrayadas como una línea que nos ayuda a prescribir deporte, para tener mejoras en la salud. Esos 150 minutos de ejercicio moderado (estaríamos hablando de una caminata rápida) o 75 minutos de actividad de intensidad vigorosa (como correr) a la semana, deberían ser conocidos por toda la sociedad. Campañas sociales serían recomendables para concienciar a la población de la importancia del ejercicio y todos deberían memorizar esas cifras.
Y la pregunta que siempre ha estado presente ha sido la de establecer una dosis-respuesta adecuada para cada individuo o grupo de población. Y esto es un tema muy interesante, porque si consideramos el ejercicio como un medicamento, también puede tener efectos adversos cuando sobrepasamos la dosis adecuada, es decir, podemos tener problemas coronarios, de arritmias como la fibrilación auricular, muerte súbita, o de otro tipo no cardiovasculares, como son los problemas articulares.
¿Cuál es la dosis o volumen de ejercicio físico vigoroso que precisamos para mejorar nuestra salud, para reducir la mortalidad, reducir la incidencia de enfermedades cardiovasculares y los cánceres (que son las patologías que lideran las causas de muerte en nuestra sociedad)?
Por eso, estos 2 estudios que incluyeron adultos de 40 a 69 años del Biobanco del Reino Unido, que se han publicado recientemente en la revista europea de cardiología son muy interesantes, porque uno de ellos demuestra los beneficios de cantidades moderadas de actividad física vigorosa completas en episodios cortos son útiles para reducir el riesgo de enfermedades cardiacas y canceres.
Hay un aspecto que hace que estos 2 estudios sean relevantes.
Los estudios previos empleaban auto-cuestionarios para determinar el nivel de actividad física, lo cual no es nada preciso para limitar la duración y la intensidad. Los estudios basados en cuestionarios han sugerido que 60-70 min/semana de actividad vigorosa pueden atenuar el riesgo de mortalidad en un 30%. Mientras que el estudio de Ahmadi utilizando dispositivos portátiles sugieren que una dosis mínima de 20 minutos/semana de actividad física vigorosa “real” proporciona niveles similares de menor riesgo de mortalidad. Es decir, una equivalencia aproximada de 3: 1 del tiempo de actividad medido por cuestionarios y acelerómetros.
Y en estos trabajos emplean una herramienta muy útil, como son los acelerómetros, que son equipos portátiles que miden con precisión el movimiento y la actividad, discerniendo la intensidad, y realmente constituyen un método objetivo para medir la actividad de diferentes intensidades durante el día.
Estamos hablando que realizar 2 actividades diarias de hasta 2 minutos de actividad vigorosa se puede asociar con un 35% menos de mortalidad por enfermedad cardiovascular.
Una buena conclusión de estos estudios sería que a lo que ya indicábamos antes de que “poco ejercicio es mejor que nada”, ahora podemos confirmar que es cierto que cada movimiento cuenta para mejorar nuestra salud, pero además la intensidad de esta actividad física tiene un papel destacable, por encima del volumen total de ejercicio.
Aquí os dejo el enlace a la entrevista que me realizó el periodista Adrián Cordellat en El País, con más detalles.
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